Las Fiestas Navideñas: Cuando el Espíritu Festivo se Encuentra con la Realidad Familiar

Por Camila Botta Salgado, jefa del Centro de Prácticas Sociales (CEPS)de la Universidad Viña del Mar

Mientras las calles se llenan de luces y el ambiente festivo invade paulatinamente la ciudad, en muchos hogares comienza una silenciosa preocupación. Como abogada de familia, he sido testigo de cómo las festividades pueden transformarse en un complejo rompecabezas para los padres separados.

Así, cada año, durante diciembre, el Centro de Prácticas Sociales (CEPS) de la Universidad Viña del Mar experimenta un significativo aumento en las consultas familiares. Este fenómeno, lejos de ser casual, refleja las tensiones que las fiestas de fin de año generan en familias que atraviesan procesos de separación o divorcio.

Las celebraciones navideñas, tradicionalmente momentos de unión y alegría, pueden convertirse en una fuente de estrés y conflicto para familias separadas.

Como abogada de familia, he podido advertir, entre otros, tres factores principales que intensifican las tensiones familiares durante esta época: la distribución del tiempo con los hijos e hijas, ¿con quién pasarán navidad?, ¿quién los tendrá en año nuevo?, ¿cómo se organizarán las vacaciones escolares?; en segundo lugar, el impacto económico asociado al aumento en gastos por regalos, actividades recreativas durante las vacaciones y costos adicionales de cuidado infantil; y el tercer factor, son las vacaciones escolares, que acarrean una necesidad de coordinación mayor para el cuidado de los niños, niñas y adolescentes, y para la organización de actividades recreativas, esto, usualmente, en un contexto en que madres y padres tienen una fuerte carga de trabajo y han soportado el estrés del año.

Ante este panorama, se sugiere realizar una planificación familiar, tratando de privilegiar acuerdos sobre fechas y horarios con anticipación, idealmente formalizando los mismos por escrito y considerar la alternancia anual de festividades. Para ello, lo deseable es mantener diálogos centrados en el bienestar de los hijos y evitar involucrar a los niños, niñas y adolescentes en las negociaciones o que las mismas tengan lugar en su presencia, sin perjuicio, de poder consultarle su parecer, considerando la autonomía y madurez que puedan tener. En cuanto a la gestión financiera, podría resultar muy beneficioso acordar previamente la distribución de gastos extraordinarios, conversar antes de realizarlos y mantener registros de estos. Lo anterior, considerando la corresponsabilidad que debe existir en la satisfacción de las necesidades de los hijos en hijas en común. Para finalizar, recordar que, más allá de los desacuerdos entre adultos, el bienestar emocional de los niños y niñas debe ser la prioridad. Las festividades navideñas pueden ser momentos especialmente sensibles para ellos y ellas, por lo que es crucial mantener rutinas estables; evitar exponerlos a conflictos entre los adultos responsables, y permitirles disfrutar de ambas familias sin culpas ni presiones.

En esta línea, el CEPS de la UVM ofrece servicios de mediación familiar, una alternativa efectiva para resolver conflictos de manera pacífica y establecer acuerdos que permitan mantener relaciones familiares saludables.

La época navideña no tiene por qué ser un periodo de conflicto. Con planificación, comunicación efectiva y enfoque en el bienestar de las infancias, las familias separadas pueden crear nuevas tradiciones y mantener la armonía durante las festividades.