La Inteligencia Artificial en la Educación Superior: ¿Revolución o Riesgo?

Por Ozmar Paz Polanco, Jefe de la Carrera de Tecnología Médica

Universidad Viña Del Mar (UVM)

La inteligencia artificial (IA) ha llegado al ámbito universitario con la promesa de transformar la educación tal como la conocemos. Desde la personalización del aprendizaje hasta la automatización de tareas, las ventajas que ofrece son innegables. Sin embargo, detrás de estas mejoras palpables se ocultan desafíos y dilemas éticos que no podemos pasar por alto.

No cabe duda de que uno de los mayores atractivos de la IA en la educación es su capacidad para adaptar el contenido y el ritmo de las clases a las necesidades individuales de los estudiantes. Imaginemos un aula en la que cada alumno recibe exactamente lo que necesita: materiales personalizados, actividades diseñadas para reforzar sus debilidades y potenciar sus fortalezas. Este enfoque, que parecía utópico hace apenas unos años, es ahora una realidad posible gracias a los algoritmos avanzados de IA. Además, el acceso a recursos actualizados y especializados, especialmente en áreas de rápida evolución como la tecnología y la medicina, permite que los estudiantes estén siempre a la vanguardia del conocimiento.

Por otra parte, la automatización de tareas repetitivas y administrativas, como la calificación de exámenes o la gestión de asistencia, libera a los docentes de cargas laborales pesadas, permitiéndoles dedicar más tiempo a lo que realmente importa: la enseñanza y el apoyo individualizado. Sin embargo, debemos preguntarnos si esta comodidad no está generando una dependencia tecnológica peligrosa. Nace entonces una pregunta lógica ¿Estamos en riesgo de perder la capacidad de enseñar y aprender de manera creativa sin el auxilio de herramientas digitales?

Eclipses en la maravilla

La dependencia tecnológica no es el único riesgo. La implementación de sistemas de IA requiere la recopilación y análisis de grandes cantidades de datos personales, lo que plantea serias preocupaciones sobre la privacidad y seguridad de la información. ¿Estamos dispuestos a sacrificar la seguridad de nuestros datos en nombre de la eficiencia educativa?

La brecha tecnológica sigue siendo un obstáculo considerable, no todas las instituciones tienen acceso equitativo a la tecnología necesaria y esto, en definitiva, podría ampliar aún más las desigualdades en la educación superior.

La enseñanza es una actividad profundamente humana, su realización ha sido la base de nuestra evolución como sociedad, educar implica empatía, comprensión y apoyo emocional. La interacción entre docentes y estudiantes es fundamental para el desarrollo integral de los futuros profesionales. ¿Podrá la IA replicar esa chispa humana que hace que la enseñanza sea verdaderamente efectiva?

Finalmente, La inteligencia artificial en el aula universitaria tiene sus altos y bemoles. Si bien puede potenciar la educación de maneras nunca vistas, también plantea riesgos que no podemos ignorar. Es esencial que docentes, instituciones y estudiantes encuentren un equilibrio entre aprovechar las ventajas de la tecnología y mantener el elemento humano que es esencial para la educación. La IA no debe reemplazar, sino complementar el proceso educativo, asegurando que el aprendizaje siga siendo una experiencia rica en humanidad y valores éticos.