
El sedentarismo nos está pasando la cuenta: la urgencia de volver al movimiento
Por Sandra Vesga Oviedo
Jefa de Carrera Pedagogía en Educación Física
UVM
“Vivimos en una época marcada por la comodidad. La tecnología ha transformado nuestras rutinas y, sin darnos cuenta, nos hemos ido alejando del movimiento. Pasamos gran parte del día sentados: frente al computador, en el auto, frente al televisor o el celular. El cuerpo humano, diseñado para moverse, está pagando las consecuencias de este estilo de vida. Y las cifras hablan por sí solas.
En Chile, según la Encuesta Nacional de Salud (ENS 2016-2017), más del 74% de la población adulta presenta exceso de peso, y el 86,7% no realiza la cantidad mínima de actividad física recomendada. En la infancia, el escenario no es mejor: estudios como el Mapa Nutricional de JUNAEB (2022) muestran que más del 54% de los escolares presenta sobrepeso u obesidad. Estas cifras posicionan a Chile como uno de los países con mayores tasas de obesidad infantil en la OCDE.
Pero más allá de las estadísticas nacionales, la literatura científica internacional respalda esta preocupación. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020) establece que los adultos deben realizar al menos 150 a 300 minutos de actividad física moderada a la semana, y los niños y adolescentes al menos 60 minutos diarios. No cumplir con estas recomendaciones se asocia con un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer, y también con problemas de salud mental como depresión y ansiedad.
Un estudio publicado en The Lancet Global Health (Guthold et al., 2020) advierte que más del 80% de los adolescentes en el mundo no alcanza los niveles mínimos de actividad física, lo que representa un desafío de salud pública de enormes proporciones. En el mismo sentido, investigaciones recientes (Booth et al., 2017; Hallal et al., 2012) demuestran que el sedentarismo prolongado afecta negativamente la salud metabólica y puede tener efectos nocivos incluso en personas que realizan ejercicio esporádicamente.
Desde la Educación Física vemos diariamente cómo estos patrones se reflejan en nuestros estudiantes. Niños y niñas con poca resistencia física, dificultades para moverse, poca coordinación y, muchas veces, con baja autoestima o escasa motivación por participar en actividades donde se requiera ser activos. Esta situación no es solo responsabilidad del sistema educativo: es el reflejo de un problema cultural, social y estructural.
El movimiento es mucho más que una actividad física, es una herramienta para el bienestar integral, favoreciendo el desarrollo neuromotor, regula funciones fisiológicas esenciales, reduce el estrés, mejora la concentración y la calidad del sueño. En niños, niñas y adolescentes, el juego activo es clave para el aprendizaje, la sociabilización y el desarrollo emocional.
La buena noticia es que nunca es tarde para incorporar hábitos saludables, estudios como el de Warburton y Bredin (2017) han demostrado que incluso niveles bajos de actividad física pueden generar beneficios significativos para la salud, y que cada minuto de movimiento cuenta. No se trata de convertirnos en atletas, sino de entender que movernos todos los días es tan importante como alimentarnos o dormir.
Por eso, el llamado es claro: necesitamos que el movimiento vuelva a ocupar un lugar central en nuestra vida cotidiana, que lo incorporemos en casa, en la escuela, en el trabajo, en nuestros espacios públicos. Que los niños vuelvan a correr y jugar libremente. Que valoremos la asignatura de Educación Física como un pilar para la formación integral. Que tomemos decisiones de política pública con enfoque preventivo, promoviendo entornos que faciliten una vida activa.
Porque moverse no es una moda, ni una elección opcional; es una necesidad biológica, una herramienta para la salud física y mental, y una oportunidad de reconectar con nuestro cuerpo y nuestra vitalidad. En tiempos donde la salud está en riesgo, moverse es, más que nunca, un acto de responsabilidad personal y colectiva”.